Lo atendieron durante un año entero,
pusieron todo el ánimo, paciencia y cariño que pudieron,
también el dinero.

Solo querían que pudiera continuar,
valerse por si mismo, llevar una vida normal,
incluso que les pudiera ayudar.

No tenían ni idea de que estuviera tan mal.
Les dijeron que estaba completamente sano,
que incluso podría trabajar.

No se podían explicar
que pudiera estar tan mal.

...

Desmembrado, ardiendo, masticado entre hierros,
con el cerebro licuado, triturado, hirviendo,
empapando el pavimento, descuartizado como un cerdo,
sus vísceras apestando al descubierto.

No había vuelta atrás,
había hecho otra pesadilla realidad,
con aquella palabra que no lo dejaba en paz,
chocar, chocar, chocar.

Chocar, chocar y volar.
Volar, volar y rodar.
Chocar, chocar.

Sería divertido, útil y productivo,
un paso más para valerse por si mismo.
Aprendía bien era un chico listo,
aunque en el fondo era su peor enemigo.

No había vuelta atrás,
convertiría otra pesadilla en realidad,
con aquella palabra que no lo dejaba en paz,
chocar, chocar, chocar.

Chocar, chocar y volar.
Volar, volar y rodar.
Volar y chocar.
Chocar, chocar.

Chocar...

Lo había conseguido, primer día de permiso,
aunque en el fondo seguía enemistado consigo mismo.
Solo al volante con el horizonte por delante,
se le había concedido un final exquisito.

No había vuelta atrás,
su última pesadilla se haría realidad,
aquella palabra que no le dejaba en paz,
chocar, chocar, chocar.

Chocar, chocar y volar.
Volar, volar y rodar.
Rodar y volver a chocar.
Chocar, chocar.

Chocar...